Hace algunos meses tuve la oportunidad de asistir en “Casa Clavijero” -obra emblemática de Luis Barragán- a un homenaje al Arq. Ignacio Díaz Morales a 25 años de su muerte.
Díaz Morales ha tenido una gran trascendencia en la historia de la arquitectura tapatía por su intervención en proyectos como la Cruz de plazas, el Templo expiatorio, la Capilla para las Hermanas Mercedarias, la Capilla del Seminario Menor, entre otros muchos proyectos… También ha pasado a la historia como el fundador de la primera escuela de arquitectura en Guadalajara, como teórico sobre arquitectura y maestro de muchas generaciones de arquitectos.
Me toco coincidir con él en contadas ocasiones; lo recuerdo especialmente en una exposición de acuarela que realicé hace ya muchos años -1989…- y de quien recibí de él buenas críticas para ser yo todo un principiante… Pero más allá de mis recuerdos, noté en éste evento toda una generación de arquitectos –que le conocieron, colaboraron con él o fueron sus alumnos- que le guardaban un gran cariño, admiración y respeto. Y quizás juzgo a la ligera, pero me pareció que más que admiración por su obra –que desde luego es de admirarse en muchos sentidos-, lo que trascendía para los presentes fue su gran calidad como persona, su autoridad moral, la coherencia con sus convicciones y su profunda espiritualidad. Todo ésto sin duda plasmado de alguna manera en su obra.
La arquitectura, como toda obra del hombre, refleja necesariamente, para bien o para mal, a su autor, su ser, su pensamiento, sus convicciones…; pero lo que trasciende más allá de su obra es su persona…: tema de reflexión para el quehacer arquitectónico; para todo arquitecto, para mi ejercicio como arquitecto…: revisar desde dónde nacen las ideas, y soluciones a los retos que se nos presentan en cada nuevo proyecto. Pero más allá del trabajo que realicemos, es revisar a ‘dónde’ nos lleva en lo personal ese trabajo…
Me llamó la atención el tema de la Exposición: “La intimidad y lo sagrado en la arquitectura de Ignacio Díaz Morales”; tema de por sí sugerente para cualquier arquitecto. Y tema en el que mi mente ha divagado desde hace tiempo: ¿Hay arquitectura sagrada y profana, o toda la arquitectura -por servir al hombre- es de alguna manera “sagrada”? Posiblemente el hogar sea lo más sagrado para el hombre: ése lugar al cual se regresa siempre, en donde teje sus sueños, crea y vive su familia, vive su amor…; ésto ya es tema para otra ocasión. Pero como bien nos trataba de inculcar un buen maestro en la universidad -también lejana en el tiempo…-: “La arquitectura es algo serio, y requiere soluciones serias”; ahora lo veo con mayor claridad.
Un momento de reflexión que me mueve ahora a escribir y compartir estas líneas y, así lo espero, que me lleve también a compartir más reflexiones en el futuro…
Arq. Alfonso Nuñez
